Las interacciones cotidianas que disfrutamos con los padres de los niños a nuestro cuidado se convierten en bloques de construcción para desarrollar relaciones más significativas. Cuando utilizamos un lenguaje positivo y edificante con los padres, abrimos la puerta a una colaboración y asociación que apoye las necesidades de sus hijos. Este artículo destaca las oportunidades de incorporar la positividad a tu comunicación con los padres y sentar las bases de una relación de confianza mutua.
1. Practica la escucha activa.
Una de las formas más sencillas de hacer que alguien se sienta bienvenido y valorado es escucharle de verdad cuando está hablando. Con este tipo de escucha activa, nos centramos en las palabras y expresiones del orador, mientras intentamos evitar pensamientos sobre nuestra propia respuesta potencial. La educadora y autora, Dra. Judy Willis, describe este proceso en un artículo para Edutopia: «La escucha activa es una forma estructurada de escuchar y responder de modo que el orador sepa que estás realmente interesado en sus ideas, preocupaciones y opiniones. Implica prestar toda tu atención al orador, no juzgarlo y prestar atención a tus expresiones faciales y a tu lenguaje corporal… para mostrar tu respeto por el orador».
Algunos consejos para mejorar tu capacidad de escucha activa son mantener el contacto visual, reconocer los sentimientos, hacer preguntas aclaratorias y repetir lo que ha dicho la otra persona para asegurarte de que entiendes lo que dice. Con los padres, es útil terminar la conversación dándoles las gracias por compartir su opinión y haciéndoles saber lo mucho que aprecias su honestidad y franqueza. Este tipo de comunicación hace que los padres sientan que respetas su opinión y que realmente te importa lo que tienen que decir.
2. Adopta un enfoque de «por qué no».
Cuando los padres de un niño vienen con una sugerencia o una queja, puede ser fácil sentirse a la defensiva o abrumado. Al fin y al cabo, los padres no siempre están al tanto de la reflexión y la experiencia necesarias para diseñar un plan de estudios atractivo, ni de la importancia de la estructura y la rutina en un grupo de educación infantil.
Podemos contrarrestar nuestros sentimientos negativos recordando que las opiniones de las familias son increíblemente valiosas, y que escuchando con franqueza podemos convertir las opiniones en una oportunidad para crear un sentimiento de colaboración con las familias. Adquirir el hábito del «por qué no» también puede ayudar a reducir el estrés asociado a la recepción de sugerencias inesperadas. Por ejemplo, si un padre sugiere que se añada un libro, un juego o una actividad concretos a tu plan de estudios, empieza preguntándote «¿por qué no?» y luego prométete a ti mismo que considerarás la posibilidad de incorporar el consejo del padre. Recuérdate a ti mismo que no es necesario tomar una decisión inmediata sobre el consejo, y luego sonríe y expresa tu agradecimiento por la sugerencia.
3. Empieza cada día con un saludo cordial.
Aunque parezca poca cosa, saludar a las familias con una cálida bienvenida cada mañana puede contribuir en gran medida a establecer un tono más positivo para la comunicación continua. En artículo de NAEYC señala: «Es asombroso lo lejos que puede llegar un simple ¡Hola! para construir una relación positiva. Sólo con reconocer la presencia de un miembro de la familia, estás siendo acogedor. Las conversaciones breves y acogedoras pueden conducir a relaciones positivas».
4. Lidera con las Ganancias.
Cuando te reúnas con las familias, intenta hablarles de las cualidades positivas y los progresos de su hijo, antes de mencionar los aspectos que deben mejorar. Por ejemplo, si a un niño le va muy bien escribiendo cartas, pero le cuesta compartir los materiales de clase con sus amigos, puedes empezar elogiando su forma de escribir cartas. También puedes destacar los puntos fuertes y los progresos del niño en cosas ajenas al rendimiento académico, como la forma en que hace amigos o ayuda en clase. Esta información hace que los padres sientan que su hijo es visto y valorado por sus cualidades únicas.
Aunque a veces tengamos poco tiempo para dejar y recoger a los niños, es importante que nos aseguremos de comunicar a los padres cosas positivas sobre los puntos fuertes, los logros o las actividades favoritas de sus hijos, para que puedan salir de la conversación con una buena sensación.
5. Haz saber a los padres que son bienvenidos y valorados.
Los padres son expertos en lo que se refiere a sus hijos. Pueden aportar una gran cantidad de conocimientos e información sobre su hijo que puedes incorporar a las rutinas de tu clase. Podemos hacer saber a los padres que se les valora invitándoles a pasar tiempo en el aula y pidiéndoles que compartan sus opiniones.
Y, cuando los padres den su opinión, agradéceles su franqueza y su disposición a compartirla contigo. Recuérdales lo mucho que aprecias escucharles y trabajar juntos para ayudar a su hijo.