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Rabietas y conductas desafiantes en la primera infancia

Los comportamientos problemáticos pueden resultar demasiado familiares para muchos profesionales de la educación infantil. El llanto, los gritos, los chillidos, los lloriqueos o el tirarse al suelo pueden convertirse a veces en una desafortunada rutina en el cuidado de grupos.

El Centro Boggs de Desarrollo Infantil de la Universidad de Rutgers define el comportamiento desafiante como un «patrón persistente de comportamiento, o la percepción de un comportamiento [that] que interfiere o corre el riesgo de interferir con el aprendizaje óptimo [or] la participación en interacciones prosociales», e informa de que aproximadamente 1/3 de los niños en edad preescolar presentan patrones persistentes de comportamiento desafiante. Otros ejemplos de comportamientos desafiantes pueden incluir (pero no se limitan a) golpear, morder u otros comportamientos agresivos, movimientos de distracción o repetitivos, y la negativa a cumplir con las reglas o rutinas del aula. La rabieta encaja en este grupo de comportamientos. La presentación del Proyecto de Comportamiento y Apoyo Positivo de Florida explica que una «‘rabieta’ puede definirse como cualquiera de las siguientes: (1) llorar y lanzar objetos, (2) tirarse al suelo, dar pisotones, (3) gritar a todos los presentes».

Práctica reflexiva

Artículo de WestEd, Ayudar a los educadores de la primera infancia a afrontar los comportamientos problemáticoscomparte cómo la práctica reflexiva puede ser un enfoque práctico y útil para abordar estos comportamientos. La práctica reflexiva incorpora la observación y la reflexión para identificar patrones y comprender la raíz de los comportamientos.

Por ejemplo, si los niños demuestran regularmente comportamientos desafiantes en el aula, se pueden plantear las siguientes preguntas: «¿Cuándo son más ruidosos y revoltosos? ¿En qué momentos parecen estar más comprometidos? ¿Qué nos pueden estar diciendo con este comportamiento?». A través de la observación y la reflexión, se puede responder a estas preguntas para realizar cambios importantes que disminuyan el comportamiento desafiante.

Un enfoque de la gestión del comportamiento

Un seminario web con Early Childhood Investigations, organizado por Ellen Galinsky y Erin Ramsey, exploró el apoyo a la autonomía como un nuevo enfoque para gestionar el comportamiento desafiante(haga clic aquí para ver una grabación del seminario web o haga clic aquí para descargar las diapositivas). El apoyo a la autonomía se refiere a una interacción adulto-niño en la que el adulto da el apoyo justo al aprendizaje del niño para mejorar sus habilidades. Estas interacciones mejoran las habilidades del funcionamiento ejecutivo, lo que significa que los niños son más capaces de resolver problemas, pensar críticamente, participar en un aprendizaje más profundo y autorregularse.

Por ejemplo, si un niño tiene problemas para hacer cola, un profesor puede encontrar tiempo para hablar con él, para saber cómo enfocar el proceso. El profesor podría decir: «Me he dado cuenta de que os cuesta hacer cola. Pero tenemos que hacer cola antes de salir para asegurarnos de que todos están juntos. Me pregunto si tienes ideas para hacer más fácil esa parte del día». El profesor puede actuar sobre esas ideas e intentar ponerlas en práctica al día siguiente. Esto dará al niño la oportunidad de participar en el proceso de resolución de problemas, construyendo una relación de apoyo a la autonomía.

Prácticas preventivas

Un artículo de Infants & Young Children: An Interdisciplinary Journal of Early Childhood Intervention destaca lo siguiente como posibles modelos de prevención del comportamiento desafiante:

  • Relaciones entre profesores y padres: «Cuando el personal de los programas de cuidado de niños y los padres establecen relaciones cálidas y respetuosas, son más capaces de comunicarse abiertamente sobre el comportamiento y las experiencias de los niños y de responder a sus necesidades individuales. En el contexto de unas relaciones de apoyo mutuo, es más probable que los padres compartan información sobre las situaciones y los factores estresantes de la familia y el hogar, y sobre el desarrollo y el comportamiento de sus hijos.»

  • Rutina y entorno del aula: Cuando se toman con intención, las decisiones sobre la distribución del aula, los horarios y las rutinas pueden tener un impacto significativo en el estado de ánimo y el comportamiento general de los niños. «Dentro de las aulas, los maestros de la primera infancia pueden hacer un uso deliberado de las variables del entorno para prevenir el comportamiento problemático y promover el aprendizaje prosocial… Los niños que participan plenamente en las actividades del aula son menos propensos a tener un comportamiento perturbador».

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