Se repitió la misma prueba con arándanos a la hora de la merienda, cuando los niños estaban especialmente hambrientos. Varios de los niños compartieron la comida con los investigadores. Andrew Meltzoff, codirector de I-LABS y catedrático de Psicología, observó que los niños «miraban con nostalgia la fruta, ¡y luego la regalaban!… Creemos que esto capta una especie de versión en tamaño de bebé de la ayuda altruista».
En el estudio final, los investigadores repitieron el mismo proceso con uno de los objetos favoritos de los niños, como juguetes, tazas para sorber, mantas o peluches. Una vez más, muchos de los niños pequeños se ofrecieron voluntarios para coger el objeto y dárselo al investigador.
Hubo algunas variaciones en cuanto a qué niños eran más propensos a compartir. Los investigadores observaron que tanto las diferencias culturales como las relaciones entre hermanos podían influir en las experiencias y prácticas sociales de los niños.
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