Trabajar con bebés y niños pequeños significa que una gran parte del día se dedica a las rutinas de cuidado, como el cambio de pañales, la hora de comer y la siesta. Estas actividades de cuidado son también maravillosas oportunidades de aprendizaje temprano. En este artículo, analizamos cómo los bebés y los niños pequeños aprenden a través de las rutinas y cómo los educadores pueden aprovechar al máximo los numerosos momentos de cuidado que se producen a lo largo del día.
Aprender a través de las conexiones y el cuidado
Las rutinas de los cuidadores ofrecen muchas oportunidades especiales de establecer vínculos entre los niños y sus cuidadores. Como cuidadores, cuando comunicamos respeto y consideración durante las rutinas diarias, los bebés y niños pequeños aprenden que pueden sentirse seguros a nuestro cuidado.
Estas ideas son los principios fundamentales de una filosofía llamada Educar un enfoque del cuidado de los bebés que es comúnmente practicado por educadores y padres. Este enfoque fue introducido por primera vez por Magda Gerber, una educadora de la primera infancia, terapeuta infantil y especialista en bebés que creía en el tratamiento de los bebés con respeto y en la confianza en la capacidad innata de los bebés para desarrollarse naturalmente a su propio ritmo. El enfoque de Educaring se basa en la idea de que los niños que son atendidos en un entorno receptivo, con rutinas fiables y confiables, se sentirán seguros y protegidos. Cuando los niños se sienten seguros, son libres de explorar su entorno de forma independiente y de iniciar su propio aprendizaje. Gerber escribióMientras que un cuidador puede apresurarse a realizar las actividades rutinarias de cuidado para prepararse para el tiempo más valioso de seguir un plan de estudios, un plan de lecciones o proporcionar algún estímulo estructurado, el educador utiliza el tiempo que debe pasar con el niño de todos modos como una fuente potencial de experiencia de aprendizaje valiosa».
Rutinas para apoyar el desarrollo de habilidades
Estas rutinas no sólo generan confianza, sino que también ayudan a los niños a aprender importantes habilidades socioemocionales y cognitivas. Durante las rutinas de cuidado, como el cambio de pañales o la alimentación, los bebés pueden disfrutar de interacciones sociales 1:1 con sus cuidadores. En estas interacciones, los cuidadores se comunican verbalmente con los bebés sobre lo que están haciendo, lo que anima a los bebés a comunicarse con ellos mediante el contacto visual, los gestos y los sonidos del habla.
Los bebés mayores y los niños pequeños pueden participar en sus rutinas de cuidado lavándose las manos, alimentándose durante las comidas o volviéndose a poner los pantalones después de un cambio de pañal. Estas experiencias ayudan a los niños a aprender sobre el cuidado de sí mismos y a satisfacer su creciente necesidad de independencia. También ayudan a los niños a aprender sobre su cuerpo, ya que empiezan a comprender sus necesidades físicas.
Consejos e ideas para facilitar la conexión
Sabemos que estos momentos son importantes. Ser intencionados en nuestro tiempo con los niños pequeños es siempre una parte importante de nuestro trabajo. Magda Gerber elaboró una lista de diez consejos para el vínculo entre el cuidador y el bebé, que se resumen aquí:
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Invierte en tiempo de calidad. Tómate tu tiempo con cada niño durante las rutinas de cuidado. Aprovecha estas interacciones como oportunidades para establecer vínculos y conocer mejor a cada niño. Sea consciente de crear tiempo para pasar con cada uno de los niños realizando actividades dirigidas por ellos, leyendo libros juntos o pasando tiempo sentado en el suelo al nivel del niño para ver qué tipo de actividades le interesan.
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Construya seguridad demostrando confianza. Responda rápidamente a los niños cuando lloren o intenten llamar su atención. Sea coherente con el horario de las actividades y rutinas diarias para que los niños sepan qué esperar. Comunícate con los niños verbalmente, especialmente si estás fuera de su vista, para hacerles saber que estás cerca y disponible para apoyarlos. Decir cosas como «estoy aquí, estoy cerca y te vigilo mientras juegas con los bloques» puede ayudar a los niños a sentirse seguros y a saber que estás ahí para ellos.
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Saludar a los niños a su llegada y despedirse cuando se vayan. La forma en que los niños entran en un entorno marca el tono del día. Asegúrese de dar la bienvenida tanto a los padres como a los niños cada mañana y hágales saber que se alegra de verlos. Al final del día, despídete tanto del niño como de los padres y hazles saber cuándo los verás de nuevo. Estas aperturas y cierres del día se convierten en rutinas con las que los niños cuentan para saber qué esperar.