El juego dramático, también conocido como juego imaginario o juego de simulación, es un componente importante del aprendizaje temprano. Cuando los niños se disfrazan y fingen ser alguien distinto a ellos, consiguen ser creativos e imaginar y explorar diferentes roles y relaciones. El juego dramático en un entorno de grupo refuerza las habilidades socio-emocionales, ya que los niños colaboran con sus compañeros, aprenden sobre diferentes culturas, adoptan una variedad de perspectivas y piensan en las experiencias de los demás.
Apoyar la empatía y las habilidades sociales
El juego dramático ofrece una oportunidad única para que los niños ejerciten sus habilidades sociales. Cuando los niños participan en el juego dramático, se ponen en el lugar de otra persona, lo que puede ayudarles a desarrollar la empatía por los sentimientos y experiencias de los demás.
A través de determinados tipos de juego dramático, como fingir que son médicos, bomberos u otros tipos de ayudantes de la comunidad, los niños pueden practicar el cuidado de los demás. Asumir el papel de ayudante invita a los niños a pensar en las personas que podrían necesitar ayuda, lo que a su vez fomenta un sentido más profundo de la reflexión y la consideración de las necesidades de otras personas.
Un artículo de la revista de la Escuela de Educación de Harvard Conocimiento utilizable señala que «Jugar con otros significa darse cuenta de las señales sociales, escuchar y adoptar la perspectiva de otra persona… El juego social también requiere que los niños compartan ideas y expresen sentimientos mientras negocian y llegan a compromisos».
Construir relaciones a través del juego culturalmente relevante
Las experiencias de juego dramático de alta calidad pueden introducir a los niños en diferentes culturas y valores. Por ejemplo, cuando los niños juegan a la «casa», comparten partes de su propio hogar y experiencias familiares con sus compañeros. Sus escenarios de juego pueden incluir a las personas que viven en sus casas con ellos hablando entre sí, realizando actividades domésticas y cocinando y disfrutando de sus comidas favoritas. A través de estas conversaciones, los niños practican el lenguaje y las habilidades verbales mientras aprenden sobre nuevas culturas y sobre cómo es la vida en hogares distintos al suyo. Según un artículo de la revista de la NAEYC, Teaching Young Children, «los niños pequeños sacan provecho de sus experiencias para mejorar su juego. Los niños recrean actividades y observaciones de la vida familiar y comparten acontecimientos comunes de sus culturas. El juego dramático auténtico conduce al aprendizaje significativo de los niños».
Añadir ropa de otros países a tu zona de juego dramático invita a los niños a hablar de tradiciones, lenguas y prácticas diferentes a las suyas. Estas experiencias animan a los niños a sentir curiosidad por el mundo que les rodea y a desarrollar conexiones y amistades con compañeros diversos.
Oportunidades para regular y expresar las emociones
A través del juego dramático, los niños pueden discutir y practicar el manejo de diferentes emociones. Helen Livshits La Dra. K. K., logopeda del Centro Hanen para el Desarrollo del Lenguaje Infantil, explica que el juego de simulación ofrece a los niños la oportunidad de practicar la regulación emocional: «Cuando los niños adoptan un papel y representan una situación, tienen la oportunidad de practicar los sentimientos asociados a ese personaje en sus propios términos. Por ejemplo, un niño que suele tener miedo a las alturas, puede fingir que es un valiente bombero que sube voluntariamente una «escalera» para salvar al osito de peluche. El juego de simulación, por tanto, prepara el terreno para la autorregulación emocional».
A través del juego de simulación, los niños pueden representar diferentes escenarios y fingir ser alguien con sentimientos distintos a los suyos. Tienen la oportunidad de hablar sobre el tipo de sentimientos o emociones que puede experimentar el personaje. Para los niños más tímidos o introvertidos, el juego dramático también puede ser una poderosa herramienta para ayudarles a salir de su caparazón y expresarse.
Apoyar las experiencias de juego dramático de alta calidad
Como ocurre con muchos aspectos del aprendizaje temprano, el juego dramático es más beneficioso cuando dejamos que los niños lleven la iniciativa, al tiempo que les ayudamos a ampliar su exploración. He aquí algunos consejos para ayudarle a apoyar a los niños en sus experiencias de juego dramático:
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Presentar la zona de juegos. Si has montado una nueva área de juego dramático, dedica un tiempo a mostrar a los niños el área y los tipos de accesorios que están disponibles para que los utilicen. Incluso puedes leer en grupo libros con personajes que los niños pueden simular ser. Esto ayuda a los niños a familiarizarse con lo que deben hacer en el espacio de juego dramático.
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Observar para ver qué les interesa a los niños. Observe a los niños mientras se desenvuelven en la zona para ver qué tipo de elementos puede añadir para ampliar su juego. Por ejemplo, si has montado un jardín de mentira y observas que los niños están vendiendo las flores, puedes traer dinero de mentira o una caja registradora de juguete para apoyar sus intereses.
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¡Participa en la obra! Si los niños no se involucran en el espacio, o si no están seguros de cómo interactuar con los materiales, considere la posibilidad de unirse a su juego para darles ideas. Si has montado un consultorio médico de juguete, pregunta a los niños qué podrían hacer para ayudar a alguien que tiene un rasguño en el brazo o cómo cuidar a un muñeco que está enfermo.
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Ofrezca diversos accesorios. Se pueden añadir elementos de atrezzo para aprovechar las experiencias de los niños. Por ejemplo, si tienes una cocina de juego en tu aula, puedes añadir palillos, un calentador de tortillas u otros elementos que reflejen la cultura de los niños de tu aula. Añade al espacio recetas conocidas o fotos de diferentes tipos de productos de panadería, para que los niños se inspiren en ellos al fingir que están horneando.