En colaboración con Child Care Aware of America (CCAoA), los investigadores de Yale llevaron a cabo la primera evaluación a gran escala del riesgo de trabajar en guarderías durante la pandemia de COVID-19. Los investigadores encuestaron a proveedores de cuidado infantil de los 50 estados, Washington, D.C. y Puerto Rico, comparando las infecciones y hospitalizaciones por COVID-19 autodeclaradas entre los trabajadores cuyos programas permanecieron abiertos y aquellos cuyos programas cerraron.
Las conclusiones muestran que los programas de cuidado de niños que permanecieron abiertos durante la pandemia no contribuyeron a la propagación del virus a los proveedores. El estudio, publicado en la revista Pediatrics, descubrió que la exposición a la atención infantil no estaba asociada a un riesgo elevado de propagación del COVID-19 de los niños a los adultos, siempre que los programas de atención infantil adoptaran múltiples medidas de seguridad -incluidas la desinfección, el lavado de manos, la detección de síntomas, el distanciamiento social, el uso de mascarillas y la limitación del tamaño de los grupos- y estuvieran situados en comunidades donde la propagación del COVID-19 estuviera contenida.
Esta información es prometedora para los profesionales del aprendizaje temprano, que están cumpliendo las nuevas directrices relacionadas con la salud y la seguridad. Los estrictos mandatos de limpieza, desinfección y salud han planteado retos a los ya ajetreados días del personal de educación infantil, pero esta nueva investigación nos muestra que los programas están teniendo éxito. Es un mensaje prometedor de que el duro trabajo que están realizando los profesionales de la educación infantil está dando sus frutos, y que seguir cumpliendo las nuevas directrices contribuirá a mantener la seguridad de todos.