La educación preescolar es una etapa en la que los niños adquieren importantes habilidades básicas que llevarán consigo a la escuela primaria y a la siguiente. Además de aprender conceptos académicos, los niños también aprenden habilidades socioemocionales que les ayudan a comunicarse, establecer relaciones sanas y resolver conflictos con sus compañeros.
Cuando los niños se pelean por un juguete, discuten sobre quién debe ser el primero en la fila o debaten sobre los roles en el juego de simulación, están aprendiendo importantes habilidades para la resolución de conflictos. Para establecer relaciones sanas, ahora y en el futuro, los niños tendrán que saber cómo afrontar los sentimientos de frustración, mantener conversaciones sanas y expresar sus sentimientos de forma constructiva. Como cuidadores y educadores, nuestra labor es dar a los niños las herramientas necesarias para resolver los conflictos cuando surjan.
Fomentar la comunicación
Los niños de los programas de aprendizaje temprano suelen pasar largos días juntos compartiendo juguetes, materiales y espacio, por lo que es inevitable que surjan discusiones. Dado que estas situaciones se producen con mucha frecuencia, es posible que te sientas frustrado y tengas la tentación de evitar involucrarte. Sin embargo, los niños pequeños no siempre tienen las habilidades o capacidades necesarias para resolver constructivamente una discusión, y a veces necesitan el apoyo de un adulto para aprender a abordar la situación.
Cuando los niños se acercan a ti con quejas, como «él hizo…» o «ella no me deja…» están pidiendo tu apoyo para que les ayudes a resolver la situación. En lugar de ordenarles que lo resuelvan por sí mismos, tómate un momento para sentarte con los niños. Anima a los dos niños a expresar sus puntos de vista sobre lo que ocurre y cómo se sienten, dando a cada uno la oportunidad de hablar sin interrupción. A continuación, repite lo que han dicho, destacando los sentimientos de cada niño. Podrías decir algo como: «Jack, parece que realmente querías usar el dinosaurio, y estabas triste por no tener un turno… y, Max, parece que no habías terminado de usar el dinosaurio y te sentiste enojado cuando Jack trató de quitártelo».
Esto ayudará a los niños a aprender a articular sus sentimientos y a desarrollar la empatía al reconocer los sentimientos de sus compañeros. Una vez identificados los sentimientos, puedes preguntar a los niños cómo podrían resolver esto con una pregunta como: «¿Qué crees que podríamos hacer para asegurarnos de que todos sientan que tienen un turno justo para usar el dinosaurio?» Esto ayudará a los niños a aprender a trabajar juntos para encontrar soluciones, en lugar de que sea un adulto quien dé la respuesta. Si los niños no tienen ninguna idea, puedes ofrecerles una sugerencia y preguntarles si les parece justa.
Aunque los niños quejumbrosos, llorones y peleones pueden ser a veces difíciles de tratar, los niños necesitan nuestro apoyo para aprender a abordar estos conflictos. Si damos a los niños las herramientas necesarias para que puedan resolver estas situaciones por sí mismos, con el tiempo podrán empezar a manejarlas con más independencia.
Recuerda el abecedario
Scholastic recomienda un enfoque ABCD para ayudar a los niños a resolver conflictos. Este acrónimo puede ser un recordatorio muy útil en los momentos de mayor tensión.
R: Preguntar a los niños cuál es el problema
B: Hacer una lluvia de ideas con los niños implicados
C: Elige una solución para probar (asegúrate de que todos están de acuerdo y de que la solución es justa)
D: ¡Hazlo!
Así pues, respire profundamente, piense en su abecedario y luego inicie una conversación con los niños.
Tras el último paso, puede que quieras volver a comprobar con los niños cómo ha funcionado la solución. ¿Tuvo éxito? ¿Es algo que podrían intentar de nuevo en el futuro? ¿Cómo se sienten los niños? Hacer estas preguntas ayudará a los niños a reflexionar. Cuando los niños respondan a sus preguntas, también seguirán practicando la articulación de sus pensamientos y la expresión de sus sentimientos.
Saber cuándo los niños necesitan un descanso
Algunos días, hay un niño que parece estar en conflicto con todos. El niño puede estar irritable, impaciente, quejoso o malhumorado, y puede tener dificultades para llevarse bien con los demás niños. En estas situaciones, la cuestión podría ser menos sobre cada conflicto individual, y más sobre el niño. Puede que tenga cosas que hacer en casa o que simplemente esté cansado. Sea cual sea el motivo, es posible que quieras apartar a ese niño en concreto y preguntarle si necesita algo.
En lugar de regañar al niño delante del resto de los niños, inicie tranquilamente una conversación con él y pregúntele si está bien. Incluso puede invitar al niño a tomar un descanso del resto de la clase y tener un tiempo a solas con usted u otro educador. En estas situaciones, cuando los niños reclaman atención, el mejor enfoque suele ser prestarles esa atención. Aunque siempre debemos abordar cualquier comportamiento dañino o inapropiado, podemos hacerlo de una manera solidaria que reconozca la lucha del niño.