Un estudio nacional de Yale sobre 6.654 proveedores de cuidados infantiles en centros y a domicilio descubrió que los programas que practicaron el enmascaramiento infantil al principio de la pandemia COVID-19 (mayo-junio de 2020) experimentaron una reducción del 13% en el cierre de programas durante el año siguiente. El enmascaramiento infantil continuado durante todo el periodo de un año del estudio se asoció a una reducción del 14% en el cierre de programas.
El estudio, publicado la semana pasada en la revista Journal of the American Medical Association, analizaba varias medidas de seguridad, como el enmascaramiento de adultos y niños, la distancia de dos metros, las llegadas y salidas escalonadas, y las salidas y entradas al aire libre. El enmascaramiento de los niños fue la medida más asociada a la reducción de las tasas de cierre de guarderías, manteniendo a los niños en entornos seguros de aprendizaje y cuidado, y permitiendo a los padres trabajadores y a los cuidadores de niños seguir trabajando. Le siguió la distancia de dos metros entre asientos y cunas, que se asoció a una reducción del 7% de las probabilidades de cierre de guarderías relacionado con el COVID-19. El estudio controló el grado de transmisión local de COVID-19 en cada comunidad.
Un estudio relacionado de Yale publicado en agosto de 2021 descubrió que los proveedores de cuidados infantiles tienen más probabilidades que la población adulta en general de vacunarse contra el COVID-19 (78% frente a 65%). Puedes leer más sobre la investigación que está llevando a cabo Yale sobre temas relacionados con la salud de los niños y el personal de los programas de aprendizaje temprano aquí.