Una encuesta nacional realizada por el Instituto Nacional de Investigación sobre Educación Temprana (NIEER) de la Escuela Superior de Educación de Rutgers descubrió que los centros preescolares de Estados Unidos no proporcionaron a los alumnos el apoyo adecuado tras suspender la enseñanza presencial en marzo debido a la pandemia de coronavirus.
Los resultados de la encuesta en línea se recogieron de una muestra representativa nacional de mil padres con hijos de tres a cinco años entre el 22 de mayo y el 5 de junio de 2020. A continuación se enumeran algunos aspectos destacados de la encuesta.
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La mayoría de los padres declararon que sus hijos recibían algunos servicios de apoyo educativo a distancia cuando cerraban las aulas de preescolar, pero el apoyo era a menudo mínimo.
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Al cabo de dos meses, menos de la mitad de los niños en edad preescolar seguían recibiendo apoyo de aprendizaje a distancia de sus programas (entre los que recibían apoyo, incluidas las actividades proporcionadas por el preescolar, la mayoría de los niños participaban menos de una vez por semana),
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Además de la pérdida de tiempo de aprendizaje en las aulas, la encuesta halló indicios de disminución de algunas actividades entre padres e hijos, lo que podría agravar las pérdidas de aprendizaje.
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Parece probable que el cierre de centros preescolares agrave las desigualdades educativas.
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Los entornos de aprendizaje en el hogar son más desiguales que los centros preescolares; los programas preescolares públicos proporcionan los mayores beneficios a los niños más desfavorecidos.
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La mayoría de los niños pequeños con discapacidad sufrieron la pérdida de los servicios exigidos por sus Planes Educativos Individualizados (PEI), y casi una cuarta parte no recibió ningún apoyo tras el cierre de las aulas.
El coautor del estudio, el Dr. Kwanghee Jung, señala que los padres se enfrentan a tensiones sin precedentes por el cierre de la pandemia, como trabajar desde casa, restricciones en los viajes, pérdida de ingresos y dificultades para cubrir las necesidades básicas. Esto ha dificultado que los padres continúen con su apoyo habitual en casa para el aprendizaje de los niños pequeños, y mucho menos que amplíen sus esfuerzos para sustituir las actividades del aula preescolar.
El Dr. Steve Barnett, codirector principal del NIEER y uno de los autores del estudio, comparte: «la mejor manera de abordar esta desigualdad es reabrir las escuelas para nuestros niños más pequeños, que aprenden mejor mediante actividades prácticas y relacionándose con adultos receptivos y otros niños. El reto de proteger la salud de nuestros niños pequeños -y de sus familiares y profesores- no debe subestimarse, y los centros preescolares necesitarán financiación para mitigar los riesgos.»