El sentido de la independencia de los niños surge en la primera infancia, mucho antes de su capacidad de autorregulación y gestión de las emociones. La frustración que experimentan en esta etapa de desarrollo puede convertirse rápidamente en grandes emociones que se expresan en forma de comportamientos desafiantes. Como proveedores de atención y aprendizaje en la primera infancia, sabemos que ciertas situaciones tienden a desencadenar este comportamiento normal, pero desafiante.
Los más pequeños pueden sentirse especialmente frustrados durante las transiciones que encuentran a lo largo del día, cuando se mueven entre actividades, personas y lugares. En los entornos de la EPI, por ejemplo, al llegar a la escuela, al prepararse para la siesta o al pasar de la hora del círculo al juego al aire libre. En este artículo, ofrecemos ideas para replantear las rutinas de transición en el aula para prevenir proactivamente los comportamientos problemáticos.
Transiciones y conductas desafiantes
¿Por qué las transiciones y las conductas desafiantes suelen ir juntas? Un artículo de la revista Young Child de la NAEYC ofrece una explicación. «Es más probable que se produzcan conductas desafiantes cuando hay demasiadas transiciones, cuando todos los niños hacen la transición al mismo tiempo de la misma manera, cuando las transiciones son demasiado largas y los niños pasan demasiado tiempo esperando sin nada que hacer, y cuando no hay instrucciones claras.» Como el comportamiento desafiante a menudo nos pilla desprevenidos, respondemos a él después de que se haya producido. Sin embargo, si podemos observar más de cerca nuestro entorno y nuestras rutinas, podremos anticiparnos a las situaciones de estrés y realizar cambios proactivos que eviten por completo que se produzcan comportamientos desafiantes.
Preparar a los niños para el éxito
Es útil considerar cómo se ven las transiciones en su aula y cómo se comunican a los niños a su cargo. Las transiciones deben anunciarse con antelación en términos claros y comprensibles para que los niños sepan qué esperar y qué se espera de ellos. Esta preparación previa a la transición ayuda a los niños a prepararse para el éxito.
Consejos para crear rutinas de apoyo
Cuando pienses en tu horario, considera el flujo del día – ¿Existen puntos conflictivos en su rutina? ¿Hay momentos en los que se pueden eliminar las transiciones? Habla con tus compañeros de clase sobre los momentos del día en los que te sientes especialmente estresado y mira si puedes colaborar en una solución. Algunas de las ideas que se describen a continuación pueden ser útiles en su aula.
1. Considere sus instrucciones
A veces, en el ajetreo de un día con niños pequeños, podemos olvidar frenar nuestras instrucciones. En los momentos de transición, es importante no abrumar a los niños con demasiada información de golpe. Por ejemplo, en lugar de decir «vamos a guardar los juguetes en estas cestas y luego nos ponemos en fila junto a la puerta», divídelo en dos pasos. Empieza por animar a los niños a guardar sus cosas y, cuando esa tarea haya terminado, ponte junto a la puerta e invítales a formar una fila frente a ti. Puede ser especialmente útil si haces la transición a un juego, haciendo preguntas como «¿con qué rapidez crees que podemos guardar todos estos juguetes?» Formular las instrucciones como una pregunta o un reto hace que la rutina sea más divertida y atractiva.
Para los niños pequeños, que aún están desarrollando sus habilidades lingüísticas, recibir demasiada información a la vez puede dificultar su seguimiento. Recuerda ir más despacio, hablar con voz tranquila y utilizar palabras que los niños entiendan.
2. Utilice un calendario visual
Los horarios visuales utilizan fotografías e imágenes para ayudar a los niños a reconocer cada rutina de la clase. Son una gran herramienta para ayudar a los niños a anticipar cada actividad dentro del flujo del día.
El Center on the Social and Emotional Foundations for Early Learning (CSEFEL ) explica que, «al igual que los adultos utilizan los calendarios, las listas de la compra y las listas de «cosas por hacer» para mejorar la memoria, los niños también se benefician de los recordatorios visuales». Los horarios visuales ayudan a los niños a entender exactamente lo que se espera de ellos y pueden ser consultados más tarde para reforzar su comprensión.
3. Hablar de los sentimientos
Las transiciones pueden ser una oportunidad para el aprendizaje socio-emocional y el desarrollo de habilidades. Si un niño parece molesto durante una transición, habla con él sobre sus sentimientos y ayúdale a encontrar una solución. He aquí un ejemplo: «Te sientes triste por haber limpiado tus bloques. Me pregunto si podemos guardar lo que estabas trabajando para que puedas seguir construyendo más tarde. ¿Podemos encontrar un lugar seguro para guardarlo?»
Estas conversaciones ayudan a los niños a sentirse reconocidos y apoyados en su experiencia. También les ayuda a desarrollar su lenguaje emocional, al tiempo que fomenta la resolución de problemas y la regulación emocional.
4. Fomentar la creación de relaciones
Dado que las transiciones suelen producirse en grupo, ofrecen una oportunidad para que los niños se relacionen con sus compañeros. La NAEYC explica que «promover las habilidades de amistad puede facilitar las transiciones de los niños: hacer que los niños encuentren un compañero para sentarse, que caminen por el pasillo en parejas, que trabajen con un amigo para limpiar, que elijan un amigo para jugar, etc.».
Cuando los niños limpian, pueden colaborar con sus amigos para guardar todos sus juguetes. Un niño puede ayudar a otro a ponerse el abrigo para salir a la calle o a guardar su colchoneta después de la siesta. Las rutinas de transición pueden ser un momento para conectar y establecer relaciones, ya que los niños colaboran, se comunican y encuentran formas de ayudarse mutuamente.