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Comprender la teoría de la mente y cómo se desarrolla en la primera infancia

Nov 05, 2024    |   Teoría y filosofía de la ECE

Mediante el juego y la exploración, los niños pequeños desarrollan una serie de habilidades cognitivas fundamentales que seguirán desarrollando a medida que crezcan. Cuando se trata de habilidades sociales y de creación de relaciones, por ejemplo, un hito importante del desarrollo temprano es la capacidad del niño para comprender que otras personas pueden tener una perspectiva distinta de la suya. Se dice que los niños están desarrollando una teoría de la mente cuando pueden reconocer y pensar en las perspectivas de los demás.

En este artículo, exploramos el desarrollo de la teoría de la mente en los niños pequeños y señalamos las oportunidades que tienen los proveedores de atención y aprendizaje tempranos para apoyar la capacidad de los niños de utilizar habilidades de toma de perspectiva en su vida diaria.

Comprender la Teoría de la Mente y su importancia

En pocas palabras, la teoría de la mente es la capacidad de pensar en los pensamientos de los demás. En artículo del Laboratorio de Aprendizaje Social de la Universidad de Stanford describe la teoría de la mente como «…nuestra capacidad única de razonar sobre lo que ocurre dentro de las mentes de otras personas, incluyendo lo que quieren (deseos), lo que saben (conocimiento) y lo que creen que es verdad basándose en su experiencia previa (creencias)». Las habilidades cognitivas asociadas a la teoría de la mente ayudan a los niños a comprender e interpretar el comportamiento, desarrollar relaciones sociales y empatizar con los demás. Estas habilidades son cruciales para la formación de amistades con compañeros durante la infancia, y en la edad adulta.

Cómo se desarrolla la teoría de la mente en la primera infancia

La teoría de la mente se desarrolla en los niños gradualmente, sobre todo entre los 3 y los 6 años. Sin embargo, ya desde la infancia, los niños experimentan los primeros fundamentos de una teoría de la mente, al observar el comportamiento de los demás y disfrutar interactuando con sus cuidadores adultos.

Un trabajo de investigación publicado en La Enciclopedia del Desarrollo Infantil explica: «La teoría de la mente se desarrolla gradualmente, con la aparición de habilidades sociales intuitivas en la infancia y el desarrollo de la cognición social reflexiva durante los primeros años de vida y los años preescolares. Los niños de tres años saben que personas diferentes pueden querer, gustar y sentir cosas diferentes. A los 4 ó 5 años, los niños saben que la gente puede pensar cosas distintas. Entienden que a veces una persona puede creer algo que no es cierto, pero, en ese caso, lo que la persona hace o dice se basa en la falsa creencia». Algunos hitos importantes en el desarrollo de la teoría de la mente, citados en el artículo anterior, son…

  • Infancia: Durante la infancia, los bebés son capaces de observar a una persona y tener una idea básica de lo que puede estar experimentando. Entre los 12 y los 15 meses, los pequeños pueden comprender que a personas diferentes les pueden gustar cosas diferentes.
  • La infancia: A los 2 años, los niños comprenden que las personas se sienten felices si consiguen lo que quieren y se sienten tristes si no lo consiguen. También se dan cuenta de que puede haber una diferencia entre lo que ellos quieren y lo que quieren los demás.
  • Edad preescolar: Cuando tienen unos 3 años, los niños empiezan a hablar de los pensamientos de otras personas, como lo que piensan y saben. Alrededor de los 4 años, los niños empiezan a tener la importante conciencia de que los pensamientos de su mente no siempre son ciertos.

Apoyar el desarrollo de la teoría de la mente en las aulas de EPI

Las oportunidades para que los niños practiquen las habilidades de la teoría de la mente pueden incorporarse a las aulas de aprendizaje temprano durante las experiencias lúdicas y a través de las interacciones sociales con compañeros y adultos cuidadores.

Fomenta el juego dramático

El juego dramático fomenta la toma de perspectiva, ya que los niños pequeños imaginan cómo sería la vida de otra persona. En artículo del Child Mind Instituteescrito por la psicóloga Kathryn L. Keough, PhD, explica: «El juego de simulación… ofrece a los niños la oportunidad de desarrollar y practicar habilidades sociales. Se ha descubierto que los niños que participan en juegos de simulación más frecuentes y de mayor nivel tienen una comprensión más avanzada de los estados mentales de los demás, o teoría de la mente.»

El juego dramático y otros tipos de juego imaginario ofrecen a los pequeños la oportunidad de ponerse en el lugar de otra persona y pensar en lo que esa persona podría pensar y sentir. Cuando exploran las experiencias y sentimientos de los demás a través del juego, los niños aprovechan la empatía, un componente de la teoría de la mente y un importante contribuyente al desarrollo social y emocional continuo.

Leer libros juntos

Los cuentos infantiles están llenos de oportunidades para introducir la toma de perspectiva en los niños pequeños. Mientras leéis juntos, habla con los niños sobre lo que pueden estar pensando o sintiendo los personajes del libro. Puedes apoyar la capacidad del niño para empatizar y sentirse conectado preguntándole si alguna vez ha tenido pensamientos y sentimientos similares a la experiencia del personaje. Los libros ilustrados sin palabras pueden ser especialmente beneficiosos para este tipo de conversaciones, porque los niños pueden crear sus propias historias basándose en las imágenes y en las expresiones faciales de los personajes.

Invita a Conversar sobre Diferentes Perspectivas

Las conversaciones con los niños sobre lo que les gusta, lo que no les gusta, sus creencias y opiniones, dan a los pequeños la oportunidad de practicar la toma de perspectiva. Por ejemplo, durante la hora de la merienda, podrías decir algo como «Ashley está comiendo arándanos. A ella le gustan mucho los arándanos, pero a Jason no le gustan los arándanos, así que no está comiendo ninguno con su merienda. ¿A alguien más le gustan los arándanos? ¿A alguien más no le gustan los arándanos?».

Otra forma de implicar a los más pequeños es responder con un lenguaje sobre perspectivas y sentimientos cuando los niños nos expresan sus sentimientos. Podemos reconocer el punto de vista del niño al tiempo que introducimos un lenguaje que haga referencia a la variedad de perspectivas que son posibles. Por ejemplo, si un niño dice: «No quiero echarme la siesta», podemos responderle: «Ahora mismo no estás preparado para echarte la siesta. Algunos de tus amigos están preparados para descansar, pero tú no quieres. Eso puede resultar frustrante». Estas conversaciones ayudan a los niños a sentirse escuchados y atendidos, mientras aprenden a comprender y describir las diferencias de sentimientos y opiniones.

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