Muchos de nosotros les damos la bienvenida a nuestros salones de clase y a los programas a los nuevos estudiantes cuando comenzamos un nuevo año escolar. El año pasado fue uno especialmente lleno de dificultades, y es por ello que es de suma importancia crear espacios seguros, agradables y acogedores en los que cada niño sienta que está cuidado. Existen muchas maneras de crear comunidad, y hay una en particular de mucha ayuda que implica invitar a los chiquitos a colaborar con usted en la creación de las reglas de la clase. Una experiencia fabulosa para edificar esas relaciones es trabajar juntos para establecer las expectativas y comprometer a los niños en participar en su nuevo espacio de aprendizaje.
Incluya a los niños en el proceso
El hecho de establecer las reglas y las directrices de la clase con los preescolares es mejor hacerlo como un proceso y una actividad de grupo, Podría hacerse durante la hora del círculo o en la reunión de las mañanas en los primeros días de escuela. Cuando los niños ayudan en el proceso de crear las reglas, es más probable que se adhieran a ellas en la clase porque se sienten comprometidos y participantes en las guías que fueron establecidas. Debido a que los niños pequeños tienen naturalmente un sentido muy fuerte de justicia, o de lo que es correcto y lo que no lo es, probablemente tengan opiniones fuertes e ideas fabulosas con respecto al tipo de reglas quieren establecer para ellos y para sus compañeros.
Cuando les permitimos a los niños ser parte del proceso de hacer las reglas podemos entender qué tipo de valores son importantes para ellos, lo que fomenta y promueve la sensación de comunidad y de pertenencia. Les demostramos que ellos son valorados, y que también son vistos, son reconocidos y son importantes en la comunidad del salón de clases. Esos pasos para establecer el sentido de comunidad son importantes darlos temprano en el año, y es especialmente crucial después del año que acaba de pasar, donde muchos niños se han quedado en sus casas y apartados de los lugares de cuidados y de grupos establecidos.
Use lenguaje positivo
Considere usar un lenguaje afirmativo cuando estén creando las reglas para ser observadas por los niños, Trate de no usar expresiones como “no se puede” o “no se hace”. Samantha Foley, una educadora Montessori de niños pequeños explica que, “Es muy difícil para los chiquitos entender el concepto de negativos. Muchas veces se les pasa el ‘no se hace’ o ‘para’ al principio de una oración; convirtiendo ‘No te subas en el mostrador’ por ‘Súbete en el mostrador’. Ésto entonces deja a nuestros pequeños curiosos buscadores de independencia algo perplejos, ¿Por qué me están diciendo que haga exactamente lo que estoy haciendo? Y ¿Por qué se enojan conmigo? ‘’ Al ser específicos con lo que pueden hacer les es más fácil de entender y podrán aprender mejor de esa experiencia y cooperar más en el futuro.”
Mientras que Foley es muy específica al comentar su trabajo con los niños más pequeños, estas ideas también aplican a los demás niños, incluyendo aquellos en preescolar y prekinder. Queremos decirle a los niños lo que queremos que ellos hagan en lugar de lo que no queremos que hagan. Esto hace que las reglas sean más directas y más fáciles de cumplir y ayudan a mantener un ambiente más estimulante en el salón de clases. Al cambiar a un lenguaje más directo y positivo, usted también observará que bajan las conductas indeseables a medida que los niños ganan más confianza al entender lo que se espera de ellos.
Usted también debe pensar si la palabra “reglas” es la más apropiada para su clase. Algunos educadores tienen mejor suerte en controlar las conductas de sus niños cuando redefinen las normas del salón de una forma más participativa llamándolas de otra forma, como por ejemplo “Guías comunitarias” o “Principios básicos de la clase.” Al usar un enfoque más positivo enmarcamos las expectativas de la clase y estaremos estimulando y ayudando a los niños para que las sigan y cumplan con ellas.
Explique “Por qué”
Los niños típicamente entienden mejor las reglas si éstas tienen un sentido lógico. Las reglas arbitrarias son más difíciles de comprender y de recordar. Cuando se crean las reglas y las directrices o guías para los niños en la clase, es de ayuda explicarles el por qué. Deje que los niños sepan por qué las reglas son importantes y el impacto positivo que ellas tienen en el salón de clases.
Por ejemplo, si usted y los niños han estado de acuerdo en que una de las reglas a seguir es que todos limpien sus camitas después de la siesta, sería bueno explicarles por qué es importante hacerlo –, limpiar y recoger las camitas nos permite tener más espacio para poder jugar en la tarde. O, compartimos limpiar con nuestros amigos para asegurarnos que todos tengamos el chance de jugar con nuestras cosas favoritas en la clase.
Comuníquese con paciencia
Es importante recordar que los niños están en estos momentos un poco fuera de sus rutinas y que les llevará algún tiempo para poder ajustarse y adaptarse a las nuevas guías y expectativas. Cuando a los niños se les olviden las reglas o se distraigan, trate de usar recordatorios positivos y animarlos a volver al lugar esperado. Aquí presentamos algunas ideas para ayudarlo(a) a pensar en la manera que usted puede comunicarse con los niños bajo su cuidado:
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Considere su tono. Si usted está sintiéndose frustrado(a) o está alzando la voz, es muy difícil que los niños puedan escucharlo(a). Probablemente, en esos casos, los niños estarán más enfocados en la manera en que usted está hablando más que en lo que usted esté diciendo. Si usted está frustrado(a) tómense unos momentos y respire profundo varias veces antes de volver a comunicarse con los pequeños y asegúrese de usar un tono calmado.
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Piense sobre las distintas alturas de cada uno. Cuando usted esté chequeando a los niños, considere la altura de cada uno de ellos. Recuerde que usted es probablemente mucho más alto(a) que los niños bajo su cuidado. Baje al nivel de ellos cuando tenga que comunicarse, y no lo haga desde arriba.
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Haga preguntas. Cuando los niños se desvían del tema, hágales preguntas para recordarles lo que viene a continuación. Por ejemplo, “¿Qué hacemos después de lavarnos las manos?” “¿Dónde hacemos la fila para salir afuera? ” Estas preguntas ayudan a recordarle a los niños lo que sigue y las expectativas que tenemos de ellos sin necesidad de decirles lo que hay que hacer. Los niños se sienten fortalecidos cuando saben que tienen la habilidad de tomar las decisiones correctas por sí mismos.