La práctica reflexiva tiene menos que ver con la acción y más con pensar y escuchar. En un espacio de reflexión, nos tomamos tiempo para pensar en profundidad sobre nuestras experiencias, los sentimientos que hemos notado y las preguntas que podemos hacernos, como «¿por qué me he sentido así?» o «me pregunto por qué he tenido esa reacción» o «¿qué hago ahora?». Nos mantenemos curiosos y abiertos, en lugar de sacar conclusiones precipitadas. Estos momentos de reflexión nos ayudan a crecer personal y profesionalmente.
Un buen punto de partida para la práctica reflexiva es pensar en sustituir el «qué» por el «por qué». Esto significa que, en lugar de pensar en lo que ha ocurrido durante el día, puedes empezar a pensar en por qué han ocurrido las cosas (¿Por qué estaba frustrado? ¿Por qué me he impacientado?)en lugar de limitarse a pensar en lo sucedido.
Lo mejor es mantener estas conversaciones con un amigo o con un pequeño grupo de colegas de confianza, como tu equipo docente. Sin embargo, si le resulta difícil sentirse cómodo hablando sobre estas reflexiones, puede empezar por escribir un diario para describir y reflexionar sobre sus experiencias o pedir a un buen amigo que no pertenezca al campo de la educación de la primera infancia que le preste atención.
Práctica reflexiva en el programa de aprendizaje temprano
La práctica reflexiva tiene sus retos. Requiere tiempo, que muchos educadores no sienten que tengan, y la voluntad de ser vulnerables y abiertos, lo que puede resultar intimidante e incómodo. El trabajo de los profesionales de la educación infantil es difícil y a menudo muy agotador. Los profesores y cuidadores trabajan duro en una labor que requiere paciencia y mucha energía.
Dado que estos retos pueden dificultar la incorporación de la reflexión a la práctica docente, puede resultar más cómodo empezar poco a poco. Puedes empezar por almorzar una vez al mes con otro profesor para reflexionar y pensar juntos, o escribir un diario una vez a la semana durante la pausa para comer. Si te sientes inspirado, puedes incluso pensar en crear un «club de pensamiento» en tu programa para los educadores que estén interesados en trabajar juntos en este tema. Planificar este tiempo de forma coherente y adaptada a ti y a tu programa puede ayudarte a hacerlo más llevadero.