Los bebés y los niños pequeños utilizan sus sentidos para explorar el mundo que les rodea. Los entornos al aire libre les resultan especialmente emocionantes, porque siempre hay algo nuevo que experimentar y descubrir. Cavar en la arena, observar hormigas y mariquitas, notar el fresco aroma de las plantas y el color de las hojas y las flores son sólo algunos ejemplos de las experiencias de aprendizaje sensorial que los niños pequeños pueden disfrutar cuando juegan al aire libre. En este artículo, destacamos algunos de los beneficios del juego al aire libre para bebés y niños pequeños y compartimos algunos consejos para crear espacios exteriores que fomenten el aprendizaje.
Los entornos al aire libre mejoran nuestra capacidad como educadores para apoyar el desarrollo y el aprendizaje tempranos, sobre todo en áreas clave como el desarrollo de las habilidades motoras y la coordinación física. Los entornos al aire libre son especialmente adecuados para apoyar áreas clave del desarrollo temprano, como las habilidades motoras y la coordinación física. Y, para los niños pequeños, las experiencias al aire libre están llenas de cosas nuevas sobre las que preguntarse y explorar.
Las zonas de juego al aire libre ofrecen más espacio para correr, gatear y rodar del que es posible en una clase típica. Estas experiencias son especialmente beneficiosas para los bebés y los niños pequeños, que se sienten fascinados por todas las nuevas formas en que aprenden a moverse. Jugar al aire libre ofrece a los bebés y niños pequeños diversas oportunidades de fortalecer los músculos, aumentar la coordinación y moverse por el mundo.
Muchos programas de aprendizaje temprano cuentan con estructuras de juego al aire libre que invitan a los niños a trepar y correr riesgos. Esto es estupendo para los niños pequeños, a quienes les gusta desafiarse a sí mismos para probar cosas nuevas. Algunos niños también disfrutan dando patadas a una pelota, montando en triciclos y jugando con otros materiales que les animan a mover el cuerpo de formas nuevas.
Los bebés y los niños pequeños disfrutan utilizando sus cinco sentidos para descubrir el mundo que les rodea. La sensación de la arena, la tierra y la hierba entre los dedos de los pies, el olor de la hierba recién cortada, el sonido de un perro ladrando o la sensación de la brisa a través de las hojas, son sólo algunas de las emocionantes experiencias sensoriales al aire libre a disposición de los pequeños aprendices.
Las vistas y sonidos exteriores no naturales también son fuentes de descubrimiento y aprendizaje para los niños, como se describe en un vídeo del Centro de Conocimiento y Aprendizaje Temprano Head Start: «Vivan donde vivan los niños pequeños, el mundo exterior les ofrece cosas interesantes que ver, descubrir y aprender. Todo lo que ocurre en el exterior -pasar de la hierba a una superficie dura y sorprenderse por el cambio de textura, saludar a un cartero en un paseo por el barrio, emocionarse cuando pasa un camión de bomberos con la sirena a todo volumen, observar las diferentes formas, tamaños y colores de los edificios y las señales de tráfico- ayuda a los niños a desarrollar habilidades sociales/emocionales, físicas, cognitivas, lingüísticas y de lectoescritura.»
Los entornos al aire libre son una fuente natural de descubrimiento y aprendizaje para los niños pequeños. A continuación se ofrecen algunos consejos y sugerencias que los educadores de educación infantil pueden utilizar para que sus espacios de juego al aire libre sean aún más enriquecedores.
Cuando examines tu espacio de juego exterior, haz inventario de la cantidad de espacio abierto en el que los niños pequeños pueden corretear libremente. Considera la posibilidad de reorganizar tu jardín para que haya algunos lugares en los que los niños puedan moverse. La hierba es especialmente buena para este tipo de movimiento, porque es lo bastante blanda para que los bebés gateen sobre ella y proporciona un cojín a los pequeños que podrían caerse de vez en cuando, ya que su coordinación física aún está en desarrollo. Los areneros y las zonas con superficies de acera o asfalto uniformemente pavimentadas son otros lugares al aire libre donde los niños pueden practicar sus habilidades motrices en desarrollo gateando, andando y corriendo.
Como explorar con los sentidos es tan valioso para los niños pequeños, querrás incluir una variedad de objetos y texturas para que los descubran en tu espacio exterior. Los cajones de arena, las piedras o rocas grandes, las zonas de césped, la tierra y las mesas de agua son oportunidades divertidas de participación para los pequeños. Si tienes espacio, puedes incluso plantearte crear un pequeño jardín infantil con plantas seguras para los niños, que puedan oler, saborear y sentir. La variedad de texturas y colores invitará a los niños pequeños a explorar, y puede inspirar conversaciones sobre semillas, flores, verduras, colores y otros temas de aprendizaje temprano.
Cuando estés al aire libre con los bebés y niños pequeños a tu cargo, observa cómo juegan para hacerte una idea de qué tipo de equipos y materiales les interesan más. Si los niños pasan la mayor parte del tiempo en el arenero, procura que tengan acceso a diversos materiales para jugar con la arena. A los niños a los que les interesa interactuar con sus compañeros, puedes ofrecerles balones de fútbol para que practiquen rodándolos o dándoles patadas de un lado a otro. Cuando observamos qué tipos de juego y actividades atraen a los niños a nuestro cuidado, y nos damos cuenta de cómo cambian sus intereses, podemos basarnos en ellos para crear un entorno más atractivo y enriquecedor.
El juego al aire libre con niños pequeños requiere ciertas consideraciones de seguridad y cuidado. Es importante, por ejemplo, prestar atención a la temperatura, la exposición al sol y la hidratación, y evitar en lo posible las superficies duras o afiladas. Los siguientes consejos sobre salud y seguridad pueden resultarte útiles para planificar el juego al aire libre.