Pasar tiempo en la naturaleza es un componente esencial de cualquier programa de aprendizaje temprano. A los niños pequeños les encanta estar al aire libre, ensuciarse y explorar el entorno natural que les rodea. Pero, ¿sabías que, además de divertirse, los niños aprenden una serie de habilidades que favorecen el aprendizaje y el desarrollo cuando juegan en la naturaleza? En este artículo, exploramos los beneficios del juego al aire libre y por qué es tan importante para los niños pequeños.
Cómo el juego al aire libre favorece el aprendizaje y el desarrollo
Jugar al aire libre fomenta la creatividad y la imaginación.
Cuando los niños juegan al aire libre, interactúan con su entorno de un modo abierto y no estructurado. La imaginación entra en juego cuando los niños piensan en nuevas formas de interactuar con objetos y materiales naturales. Un artículo publicado en el sitio web del Child Mind Institute explica que el juego al aire libre anima a los niños a «interactuar de forma significativa con su entorno. Pueden pensar con más libertad, diseñar sus propias actividades y acercarse al mundo de forma inventiva».
Estar en la naturaleza favorece el desarrollo social y emocional.
Cuando los niños juegan fuera, pueden relacionarse con sus compañeros de formas distintas a como lo hacen dentro de casa. Pueden crear juegos de fantasía juntos y apoyarse mutuamente cuando prueban nuevas actividades, como montar en bicicleta o trepar por grandes estructuras de juego. Estas interacciones ofrecen experiencia en importantes actividades de desarrollo social, como formar amistades, comunicar ideas y colaborar con los compañeros.
Estar en la naturaleza anima a los niños a encontrar formas de cuidar su entorno, regando las plantas, recogiendo la basura, dando de comer a los pájaros y mucho más. Estas experiencias ayudan a los niños a desarrollar su capacidad de cuidar y empatizar con otros seres vivos, y a responsabilizarse de los espacios comunitarios compartidos.
Pasar tiempo al aire libre favorece la salud y el bienestar.
Estar al aire libre permite a los niños mover el cuerpo corriendo, saltando, trepando y explorando, todo lo cual favorece la forma física y el desarrollo de las habilidades motoras. El juego activo al aire libre mejora la circulación, aumenta el flujo de oxígeno al cerebro y favorece la exposición a la vitamina D, que favorece la salud y la inmunidad.
Meghan Fitzgerald, educadora y fundadora de Tinkergarten, describe otro importante beneficio del juego al aire libre: «El tiempo pasado en entornos naturales también contribuye a unos patrones de sueño saludables en bebés, niños pequeños y niños. Y un sueño adecuado impulsa todo tipo de resultados beneficiosos para la salud».